Tal como establece el preámbulo de la Ley de la
Defensa Nacional, "la República de Cuba basa su política
para la defensa nacional en su aspiración de paz digna, verdadera
y válida para todos los Estados, asentada en el respeto a la independencia,
soberanía y autodeterminación de los pueblos, así
como su compromiso de cumplir los demás principios proclamados
en la Carta de las Naciones Unidas y en otros tratados internacionales
de los cuales sea parte". Esta es la base en que se sustenta la política
militar del Estado cubano.
La aspiración a preservar la paz está permanentemente amenazada
por la posibilidad de una agresión militar de los Estados Unidos.
Esta es tan real como la existencia del bloqueo económico y de
la pertinaz guerra política, diplomática y propagandística
que la principal potencia mundial desarrolla contra Cuba desde hace más
de cuatro décadas. La superioridad en efectivos y la cercanía
a Cuba de las fuerzas armadas del único enemigo potencial, junto
a la posibilidad de ese declarado adversario de mantener agrupaciones
militares navales en las inmediaciones de las costas cubanas y la existencia
de una base naval norteamericana en Guantánamo, extremo oriental
de la Isla, contra la voluntad manifiesta en las urnas de la inmensa mayoría
de la población cubana, son, entre otras, las causas que han obligado
al pacífico y amistoso pueblo cubano, sin conflictos de ningún
tipo con cualquier otro país, a desarrollar sólidas defensas.
La Guerra de Todo el Pueblo es la concepción estratégica
defensiva del país que resume la experiencia histórica acumulada
por la nación. Se basa en el despliegue del sistema defensivo territorial
como sustento del poderío militar y en el empleo de todas las fuerzas
y recursos de la sociedad y el Estado. Si Cuba es víctima de una
agresión armada en gran escala, todo ciudadano tendrá un
medio, un lugar y una forma para participar en su rechazo.
En términos de cálculos operativos, la correlación
entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el único agresor potencial
está abrumadoramente a favor de este último; pero al igual
que en las luchas pasadas por la independencia, la justeza de la causa
y la elevada moral del pueblo sustentan la firme convicción de
que jamás el país será derrotado. Ser fuertes militarmente
significa para Cuba evitar la guerra. Es un elemento de disuasión
frente al enemigo; consiste, ante todo, en garantizar la paz, el más
profundo deseo de todos los cubanos.
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